Por tanto, es la Presencia de Dios entre ellos los que distingue a los israelitas como pueblo de Dios, más que la Ley u otros distintivos de identidad como la circuncisión, las leyes sobre comidas o la observancia del sábado. Todos entendían perfectamente que el Dios que creó los Cielos y la Tierra no podía ser contenido en ninguna estructura arquitectónica terrenal. (p. ej., Is 66:1–2), no obstante, puesto que Dios había decidido que su presencia se concentrara en aquel lugar, el Tabernáculo primero
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